jueves, marzo 20, 2025

Receta

 Se coge un orbe fresco, en buen estado.

Se adoba con el sol de la mañana.

Se exprime con la fuerza sobrehumana

de aquel que viene roto del pasado. 

Se limpia, con muchísimo cuidado,

de insectos impregnados de desgana,

Se hierve en la salmuera cotidiana

mirando que no merme demasiado.

Se corta bruscamente la cocción.

Se añaden unas gotas de ilusión.

Se deja reposar por un segundo.

Se adorna con rarezas de poeta

y queda una magnífica receta

si quiere, alguna vez, comerse el mundo.