lunes, diciembre 09, 2024

Duelo al amanecer

 La onírica escasez de la oropéndola

en boca del lamento iridiscente

lamía las pestañas de la carne

con labios de cianuro nacarado.

Dormías bajo el manto pisciforme

un sueño cadavérico y fugaz

y yo, junto a tu aliento inmarcesible,

sentía la turgencia de mis dídimos.

Si alguno de entre el público se atreve,

dé un paso y me traduzca este esperpento.

Prometo no tomarme represalias.

Que todo se dirima con los sables

si, en aras del clamor de lo antedicho,

osaran darme el nombre de poeta.