jueves, septiembre 19, 2024

La cena

 Armado de bayeta y agua oxigenada, Anselmo puso el piloto automático y limpió la casa en un par de horas. Cuando se lo proponía podía ser extremadamente eficaz, y más aún con la angustia de que Matilde llegara antes de tiempo y descubriera el desaguisado. 

Era imprescindible dejarlo todo exactamente como ella lo había ordenado, teniendo en cuenta lo maniática que era con la limpieza. Distintos estándares de calidad, decía él. Tener las cosas "en condiciones", decía ella.  Podía arriesgarse a que ella descubriera que había tenido una amante, pero bajo ninguna circunstancia,  que su paso por la casa hubiera supuesto un desorden indeseado. Y claro, tras la cena, las cosas se complicaron mucho. Quizá fue mala idea invitarla a cenar mientras Matilde trabajaba en el turno de noche. Aún peor la de bañarse juntos y fornicar salvajemente hasta que ella se desnucó con el grifo de la bañera. 

Quitar los restos de sangre, deshuesar a su amante, enterrar los huesos atados con cuerdas y triturar los restos con la batidora americana hasta que se fueron por el desagüe del fregadero y poner el lavavajillas fue suficiente para que nadie pensara que allí se había cometido un asesinato.