lunes, noviembre 28, 2022

Logaritmos

 Desde la ventana de la biblioteca se divisaba una chica lanzándole el disco de plástico a su perro, el cual lo miraba pasar con mirada bobalicona sin la menor intención de ir a por él. 

Es una pena que el examen del viernes no fuera acerca de esa escena, porque los logaritmos que se negaban a subir del libro a su cerebro eran demasiado obstinado como para presagiar el éxito.

Había llegado el primero esa mañana y nadie se había sentado cerca. Sin embargo había un papel arrugado en la papelera

Se disculpó con los logaritmos y vencido por la curiosidad, leyó el papel.

"Al lado de los baños está el cuarto de mantenimiento. Dentro hay un armario en el que  guardan los botes de pintura. Escrito con carmín en el mayor de ellos está mi número de teléfono.  Por si prefieres llamarme en vez de mirar por la ventana.

Vanessa"

Miró alrededor en la desierta sala y reparó en la puerta del cuarto de mantenimiento. Disimuladamente fingió ir al baño y se adentró en el cuarto. Halló el armario y dentro, el número prometido.

"Hola, Vanessa, me llamo Mario. ¿Cómo estás?"

"Yendo hacia ti con un cuchillo. Te doy treinta segundos de ventaja"