Enfermos
Era tan sádica la enfermedad
que consiguió convertirnos en presos,
nos arrancó de los labios los besos,
y nos tuvo alejados sin piedad.
Deambulábamos por la ciudad
con temores en los rostros impresos,
comprando comida como posesos
y acumulándola con ansiedad.
Había cierta crueldad en el modo
en que rompía sin más nuestros lazos,
borrando en un saludo con el codo
lo que ayer escribimos con abrazos,
aferrados en no perderlo todo
y perdiendo el espíritu a pedazos
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