4° El abrazo
Un día te abracé bajo la luna
y el mundo prosiguió como si nada.
La lluvia no fue más que agua pasada
al vuelo de una nube inoportuna.
Fui grano de la arena de una duna,
gaviota en una isla abandonada,
el sodio de una lágrima salada
y espasmo pernicioso de la hambruna.
El tiempo me arrugó el entendimiento,
borró mi juventud del tegumento
dejándome recuerdos con acné.
La muerte vino un día de visita
llegando familiarmente a su cita
y entonces, contrariado, te solté.