La sombrilla
Tan modélica en su funda,
tan callada, tan cohibida,
tan inocua que es difícil
suponerla tan nociva.
Porque nunca está contenta,
toda arena es enemiga,
y una piedra en el camino
ya disgusta a la sombrilla.
Y le buscas otra playa,
y le buscas otro día,
y el boquete nunca es hondo
ni le arranca una sonrisa.
Porque te es tan agradable
el que en plena siestecita
una brizna de poniente
se la lleve hasta Tarifa,
que enseguida te acongoja
no haber hecho jabalina;
y se marcha con el viento
y se queda tan tranquila.
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