Como Bogart
Gris, como el Bogart de aquel aeropuerto
viendo como Ingrid se sube al avión,
finjo colores y alguna emoción,
dentro de un blanco y oscuro desierto.
Fiel, como un niño, a menudo despierto
trágico, a un tris de perder la razón,
triste, por ver que no hay más corazón,
hoy que al que porto lo han dado por muerto.
Cruel, como un drástico fin repentino,
es la punzada que horada mi entraña,
firme estocada sin sangre ni herida.
Vil, como el peso mortal del destino,
filo fugaz de la infame guadaña
presta a decir que no salgo con vida.
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