La Membrana
El valor de
una herramienta no podía depender de la maldad de la mano que la empuñara. Tras
toda una vida de investigación, de éxitos prudentes y de estrepitosos fracasos,
de cal viva y cálida arena de playa, no podía permitir que su invento, destinado
a abrir un mundo nuevo al ser humano, fuera vilipendiado por los ecologistas
ante el potencial uso negativo con el que pudiera emplearse. Como culpar a Cristóbal
Colon de lo negativo que pudiera tener el descubrimiento de América.
Desde su
tesis doctoral como ingeniero biomédico en la Universidad Alfonso X, El Sabio,
en la que ya fantaseaba con la posibilidad de diseñar prótesis que realizaran
el intercambio de gases bajo el agua de manera inversa, una especie de branquia
artificial, hasta su creación, una fina membrana de zeolita que permitía
la respiración submarina, bastando operar sencillamente para
implantarlas en ambos orificios nasales, habían transcurrido años de esfuerzo y
dedicación que, ahora, dejaban de tener validez por la miserable condición del
ser humano.
La idea de
que los océanos fueran conquistados por el hombre, para, inmisericordemente,
acabar con los últimos ecosistemas sanos del planeta, era una espada que no dejaba
de oscilar sobre su cabeza.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home