Inoportuno
El frío en las mañanas de febrero
qué hiela cada paso y cada aliento
llevaba en una ráfaga de viento
la espina que me tuvo prisionero.
No había en realidad más carcelero
que el yugo de mi propio pensamiento
y el peso de fallar en cada intento
hundía ese estilete traicionero
En tiempo tan terrible y tan incierto
tras once anualidades en ayuno,
parece que el navío va a buen puerto,
sin traba y sin obstáculo ninguno,
y así, por fin veremos a este muerto
llegar a aquel entierro inoportuno