jueves, septiembre 03, 2020

La herida

 

La herida era suficientemente profunda como para admitir varios puntos de sutura. Iba a quedar una cicatriz visible en el pómulo. Un garabato en su rostro, la firma indeleble de la violenta escarapela con la que culminaba el año. Del forcejeo, rodando por el suelo, con una madre borracha y desequilibrada que pasada la medianoche ahogaba su frustración con su hermana pequeña, que en su inocente culpabilidad por no haber sido deseada, por haber desencadenado el abandono paternal, se acurrucaba en el suelo en un ovillo soportando los golpes y los gritos. Hay mujeres que deberían ser cosidas por abajo.