Epitafio
Con lo lustroso que estabas
y te has quedado en los huesos,
que yo te daba hasta besos,
y me caían las babas.
Tú a mí, en cambio, me mirabas
como se mira a una suegra,
como quien poco se alegra
de que apetito despierte
¡¡¡Cuánto me apena tu muerte,
mi jamón de pata negra!!!!
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