Terrores nocturnos
La noche atrae pánicos terribles
que emergen de debajo de la cama;
los hay perseverantes y domésticos
y a veces terroríficos y alados:
al monstruo de la silla con la ropa,
al mueble que ha crujido en la cocina,
la sombra dibujada en la tormenta
o al viento que murmura conspirando.
Si sólo fueran estos, nuestras vidas
podrían ser atmósferas edénicas
sabiendo que en el fondo, Freddy Krueger,
se muestra en exclusiva en sueños yankees.
En cambio, las facturas incontables,
el tipo que hace ojitos a tu amada,
o el díscolo eretismo amotinado,
te bañan de un maligno sudor frío.
La fiebre persistente del pequeño,
y el sádico jerarca del trabajo
que insiste en ese informe de mañana
auguran una larga noche en vela.
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