Mariposas
Mi estómago tolera mariposas
tan solo en exclusivas condiciones
que ocurren rara vez, cada milenio,
llevándome a un fatídico nirvana.
Percibo cómo bailan en mis tripas
henchidas del amor y de la música,
pues estos lepidópteros traviesos
se mueven sacudidos por el rock.
Y sienten simpatía por el diablo,
ascienden escaleras hacia el cielo,
responden a las buenas vibraciones
y creen ciegamente en el ayer.
Disfrutan la rapsodia más bohemia,
nacidos para ser los más salvajes,
despiertan en un sueño en California
y bajan la autopista hasta el infierno.
Y cantan con Roxanne, con Layla y Angie,
en sus campos de fresas para siempre,
y solo una verdad es invariable:
que todo lo que ansían es amor.
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