Cómeme
¡Qué extraña anomalía psicofísica!
¡Qué rara aberración del raciocinio!
¡Qué insólitas respuestas sensoriales
provocas en mi carne fascinada!
Pues basta que me arrime a tu persona
y advierta el tibio aroma de tu cuello:
empiezo a salivar como una bestia
que huele cada pulso de tu sangre.
Y yo, que soy un tipo cauteloso,
e intento no entregarme a los impulsos
me trago el hambre atroz e intransigente
que no tiene que ver con comestibles.
Mas ardo en el deseo de tus senos
del hueco tenebroso de tu ombligo,
del sexo acogedor y encadenante
que augura cada poro de tu piel.
Yo sé que siempre he sido un soñador
y a veces me confunde el espejismo;
no obstante juraría que a menudo
descifro en tu mirada un dulce "¡Cómeme!"
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