martes, diciembre 22, 2009

Antifelicitación navideña v.9.0

De lobos, corderos y caperucitos.

Como sabéis, todos los años envío una antifelicitación navideña para poner la nota discordante a la época. Ya me conocéis. Si no llevo la contraria, reviento.

He escrito una carta a Papa Noel y Reyes Magos pidiendo que me traigan a Shakira saliendo licántropicamente de mi armario. Confío en que me la concedan, ya que he sido un niñ... ejem, he sido bue... Mierda. Otro año sin Shakira.

Esa imagen de la cordera que se viste de loba y devora a caperucito me ha hecho reflexionar acerca de quiénes somos y qué papeles desempeñamos en este juego de rol llamado vida que estamos compartiendo.

Creo que llevamos el disfraz equivocado durante todo el año. Y si no, atended un momento.

Desde el 7 de enero de cada año, somos mansos corderitos, fáciles de pastorear en realidad, y nos dejamos conducir por la vida obedeciendo órdenes sencillas como bebe tal, vota a cual, nomina y vencerás, trabaja para gastar, consume para necesitar trabajar, no fumes, haz dieta, conduce con precaución, reduce tu colesterol y vacúnate de lo que se le plante a la OMS en los OMScitos. Mientras vagamos mansamente por las praderas de la rutina, nos ataviamos con disfraces de lobos, mostrando nuestra peor cara a nuestros semejantes, pitando en los semáforos, conduciendo con prisa, comiendo basura, reclamando en las tiendas, olvidando a familiares y amigos, compitiendo en el trabajo, mintiendo, engañando y comportándonos, en definitiva, como indeseables.
Llegadas las Navidades, se produce la licantropización del cordero y la corderización del disfraz. Nos ponemos el atuendo del espíritu navideño y recordamos fieles a la cita anual que tenemos seres queridos, hacemos regalos de desagravio por la falta de atención de la que les hemos hecho objeto y compartimos mesa, mantel y viandas, muchas viandas, que las penas con viandas son menos. Por dentro, el lobo no deja de refunfuñar, incómodo por tener que fingir ternura donde querría dar dentelladas a esa cuñada marimandona, a ese primo prepotente, a ese tío soez o al vecino que, por no padecer de otra cosa, es secillamente gilipollas.

¿Y cual es la moraleja del cuento, me preguntaréis?

Pues muy sencillo. No hay que ser ni lobos ni corderos.

hay que ser caperucitos. Como yo. Aquí sentado delante del armario esperando que salga Shakira y me coma. Ainsss

PD: En fin, que se que esto no sirve de nada, así que felices fiestas a todos, auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu